domingo, 13 de abril de 2008

Olimpo 1-3 Independiente



Olimpo e Independiente salieron a la cancha cargando cada uno con su estado de ánimo y el partido fue clarito: el Rojo, entonado con los aires optimistas que de por sí soplan cada vez que llega un técnico nuevo, pisó a su rival en el primer tiempo y en el segundo, aun regulando, pudo convertir el resultado en una goleada catastrófica para las cada vez menores esperanzas del aurinegro, que ya coquetea con demasiada frecuencia con su regreso a la B Nacional. Así, mientras Claudio Borghi analizaba por televisión los movimientos del equipo que empezará a dirigir desde la próxima temporada, Pepé Santoro se llevaba un tibio reconocimiento por haber puesto (otra vez) la cara en medio de la debacle y por haber terminado con una racha nefasta: la de diez partidos sin ganar de visitante que había heredado del locuaz Peter Troglio...
Es cierto que Independiente se abusó de un rival hundido en su depresión. La arrastraba desde el último partido, el que perdió en el descuento contra Gimnasia La Plata. Por eso, el mismo equipo que con más convicción que fútbol le empató a Boca, apenas un par de semanas atrás, ayer fue incapaz de levantar las piernas en el lapso en que se definió el pleito. Cuando reaccionó, en el segundo tiempo, la diferencia en la chapa era demasiado grande...
El Rojo, al trotecito, hizo tres goles en 17 minutos. Lúcido en los últimos metros y aprovechando los horrendos desajustes de la defensa de Olimpo, que fue partícipe necesario de que Germán Denis se reencontrara con un doblete: cuando sus compañeros tiraron el achique, Saavedra habilitó a todos en el primero y en el tercero. No por nada Saporiti (aunque tarde) lo sacó en el entretiempo. Es cierto que esas falencias fueron desnudadas por dos buenos pases entre líneas de Montenegro y de Fredes. Pero el ejemplo más claro de la diferencia anímica se vio en el segundo: si hay un equipo al que no deberían sorprender en una cancha chica, ése es Olimpo. E Independiente le convirtió el 2-0 en una jugada que comenzó en un saque lateral...
¿Fue Independiente una máquina? Para nada. Golpeó a tiempo y hasta pudo golear de contra. Pero cuando se defendió, mostró grietas en el mediocampo, sobre todo algunas surgidas en el segundo tiempo en los laterales, las que obligaron a varias salvadas providenciales en la última línea (en una, Gioda, aun sin tocar la pelota, se lesionó buscando tapar a un solitario Lujambio). Los desajustes no desaparecieron: sucedió que tuvo un rival que tampoco lo exigió demasiado. Y éste no es un detalle menor cuando está por desembarcar un técnico que prefiere una defensa con línea de tres. Pero arriba fue contundente. Y tal vez, a diferencia de la prédica que impera por estos días entre los técnicos, pueda rearmarse de adelante hacia atrás...

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